Como ocurre con muchas de mis pertenencias materiales, mi aprecio por las bicicletas aumenta cuanto más tiempo las uso. Sobre todo cuando empiezo a mantenerlas y a modificarlas para adaptarlas a mis necesidades. Actualmente tengo tres compañerxs de dos ruedas. Uno para ir lejos con mucho equipaje, otro para ir rápido con comodidad y otra para ir aún más rápido con cierta incomodidad. Las llamo Ruedi, Stierli y Zora.
Las tres tuvieron dueños anteriores y todas tienen alguna historia que contar que yo nunca conoceré. De las tres, mi bicicleta de carretera amarilla ha sido mi compañera más duradera. La compré cuando tenía 16 ó 17 años en un evento de venta de bicicletas usadas -llamado Velobörse- en mi ciudad de origen. Mi anterior bicicleta de montaña barata se me quedaba pequeña y quería una vieja bicicleta de tres velocidades para señoras con el tubo superior inclinado. Hace una década estaban de moda entre los adolescentes. Sin embargo, como artículos de moda que son, todas eran muy caras, de lo que me alegro ahora, ya que estas bicis son muy perezosas y no me hubiera gustado.
Justo cuando estaba a punto de irme, encontré un rincón oscuro con viejas bicicletas de carretera con un cuadro blanco y negro en el centro: tubos finos de acero, guardabarros cromados, luces de época, una dinamo accionada por neumático que funcionaba, un sillín muy incómodo, cambio Sachs-Huret y frenos de tiro lateral. Probablemente fabricada en los ochenta, con todas las piezas originales. En aquel momento no sabía qué significaban la mitad de esas cosas y pensé que me había topado con una clásica de época por apenas 80 francos suizos. Resulta que probablemente se vendió como bici barata en una ferreteria y no es ni de lejos una clásica, pero aprendí todos los fundamentos del mantenimiento de bicis con Ruedi y él me inició en mi camino como mecánico de bicis aficionado.

Lo primero que cambié fueron los tornillos del portabultos y los guardabarros, ya que se soltaban cada vez que bajaba por las calles adoquinadas del casco antiguo, normalmente yendo mucho más rápido de lo que debería con la potencia de frenado limitada y las extensiones «suicidas» de las manetas de freno que llevaba Ruedi. Teniendo en cuenta todo el maltrato al que la sometí durante los seis primeros años, sorprendentemente no necesitaba mucho mantenimiento.
Cuando me robaron mi bici de ciudad para Berna, trasladé a Ruedi a la ciudad. El aumento del uso y del clima no tardó en notarse. Aprendí mucho sobre mantenimiento y reparación de bicicletas reajustando y volviendo a montar el eje de pedalier, sustituyendo las manetas de freno y la envoltura del manillar y ajustando el cambio y los frenos. También hice que un mecánico reconstruyera la rueda trasera y muchos más mecánicos me dijeron que dejara de invertir dinero en la bicicleta. En consecuencia, decidí ignorar ese consejo y realizar una reconstrucción completa, después de volver a embalar y reajustar el viejo eje de pedalier por enésima vez. En este momento muchos de los componentes mostraban los signos de sus más de 30 años en la bicicleta.
Hice que chorrearan el cuadro y lo recubrieran de pintura en polvo, conseguí una biela y un eje de pedalier Dura Ace NOS (=New Old Stock) nuevos en Tutti.ch, encontré un desviador Ultegra de 9 velocidades del mismo año por 8,- en Drahtesel, monté una rueda trasera nueva con una llanta sólida de turismo y un buje 105 moderno y le puse unas luces y una dinamo de buje por si acaso. Era mi primera vez montando una rueda con buje, llanta y rayos, y me desafié a mí mismo porque quería una llanta de turismo con un buje de 130 mm de ancho para evitar tener que ajustar el triángulo trasero más de 5 mm. En otras palabras: No queria doblar Ruedi demasiado porque los bujes viejos son mas estrechos que los nuevos.
Desde entonces, Ruedi ha acumulado un montón de abolladuras y arañazos nuevos, un tirante del asiento ligeramente doblado, algo de óxido (que cubro con esmalte de uñas) y otros defectos. Sin embargo, para mí sigue siendo rápido y eficiente y se conduce como un sueño. Puede que el cuadro acabe muriendo, puede que no. Espero poder seguir montándolo durante otra década.








